Esta es la historia de un gran guatemalteco, un hombre que nació en 1929 en una familia de clase media en la zona uno. Nuestro personaje se llama Byron y su historia es tan singular que pocas personas van a creer que es cierta. Byron era el 5to hermano en su familia. Su padre tenía avanzada edad cuando él nació, así que encargó su educación y formación a su segundo hijo, Julio. Julio era estudiante de medicina y gozaba de una memoria sorprendente. Byron me ha contado que Julio lo hacía repasar de memoria las lecciones de distintas clases que tenía que aprender en la primaria. Pasaban toda la tarde estudiando mientras paseaban por el parque Colón, uno caminaba con el sentido del reloj y el otro en contra. Cada media hora, Julio preguntaba a su hermano menor la lección y él tenía que sabérsela de memoria, si fallaba en algo le esperaba una golpiza segura. Byron se graduó con honores del colegio de infantes, buen alumno, boy scout y deportista. Antes de cumplir los 18 años se inscribió a la facultad de medicina de la Universidad de San Carlos en Guatemala, en su primer año se enamoró de una muchacha del barrio, hija de un checoslovaco. Nunca supe el nombre de la chica, solo supe que era preciosa, cuando el padre de la chica se enteró, amenazó a Byron de muerte, diciéndole que salía armado todos los días a esperar encontrárselo para matarlo. Cuando el padre de Byron se enteró de la amenaza, decidió comprarle un boleto solamente de ida a Estados Unidos, para que aprendiera inglés.
De esta manera nuestro personaje, Byron, llega a los 19 años a Nueva York a iniciar sus aventuras. Siendo joven e impulsivo como uno suele serlo a los 19, se acabó su dinero muy rápido y se vio en la necesidad de trabajar. Trabajó en lo que encontraba, muelles, plomería, como albañil y cantinero. Me ha contado como durante un verano se fue a un exclusivo hotel de vacaciones en Vermont, donde pasaba el día atendiendo a personas muy acaudaladas. Siendo ingenioso como siempre era, se percató de que el hotel donde trabajaba dejaba de servir licor a las 11:00 de la noche, por lo que ganó muchas propinas trasladando licor del pueblo más cercano y ofreciéndolo con precios extremadamente elevados hasta altas horas de la madrugada. Una vez un cliente le pidió una orquídea, y Byron diligente y brillante, condujo hasta el pueblo cercano y compró una orquídea. Aquella flor que había costado veinte dólares fue vendida al solicitante a cincuenta dólares, al día siguiente se la vendió a otro y a otro hasta que la orquídea murió después de una semana en el hotel.
Byron hoy en día es un hombre de éxito, que ha ayudado a su país como patrocinador del comité olímpico guatemalteco, poseedor de dos corazones púrpura al valor en combate, otorgados por el ejército de Estados Unidos; padre de tres hijos, esposo abnegado y el mejor tío abuelo que yo pude haber pedido. Contarles la historia de Byron tomará varios relatos, porque su vida abarca la vida de la cortina de hierro, las intrigas políticas en Latinoamérica, aventuras al estilo James Bond, negocios millonarios de petróleo y una vida intensa, plena y feliz.
Hoy Byron reposa en una cama de hospital especializado en cáncer en el estado de Nueva York, por lo que me temo que su gran historia pronto llegará a su fin. Este es un legado que quiero hacerle a su vida, pues considero que vale la pena contarla antes de que se pierda la oportunidad.