El Observatorio de los Derechos de la Niñez me sorprendió recientemente con una cifra que me lastimó. En 2017 se reportaron 90 mil 899 casos de niñas y adolescentes entre 10 y 19 años. Además el observatorio, basado en estadísticas del Instituto Nacional de Ciencias Forenses –Inacif–, registró el año pasado 4 mil 557 exámenes forenses asociados a violencia sexual.
Soy padre de una niña de 4 años y espero otra en camino. Ser padre me cambió la forma de ver algunos aspectos de la vida. La paternidad me volvió intolerante a las bromas sexistas, a chistes y a ciertos comportamientos indeseables de los hombres.
Ante lo lacerante de las estadísticas del observatorio como padres, mi esposa y yo, nos hemos dado a la tarea de iniciar, de forma prematura, una educación de protección para nuestra hija. Mensajes como: nadie que no sea papi, tus abuelitos y mami, pueden tocar estás partes íntimas, las cuales solo se manipulan para fines de aseo personal.
¿Qué tan receptiva es nuestra hija ante estos mensajes? Asumimos que lo suficiente como para no permitir que nadie intente algún tipo de toqueteo. Como padres solo nos queda educar a nuestras hijas respecto al tema y pedirle a Dios que esta situación jamás le ocurra a nuestra familia.
Estamos obligados a educar en maldad
Lo triste y lamentable de vivir en una sociedad como la nuestra es justamente tener que inyectarle a nuestra propia hija, pequeñas dosis de veneno para fines de defensa e identificación del mal. Le enseñamos a pensar mal, le enseñamos a entender que afuera hay maldad y que debe protegerse contra ella.
Esta situación me llena de profunda frustración y tristeza. ¿Por qué es necesario explicarle a una niña que hay personas malas que pueden querer aprovecharse de su inocencia? No deberíamos como sociedad tener como máxima que a una niña no se le toca nunca y bajo ninguna circunstancia. No deberíamos tener como regla fundamental respetar a nuestras niñas, como un mandato incuestionable y sin excepciones.
¿Cuál es la mejor forma de explicar tan difíciles conceptos a una niña? Todavía no tengo la respuesta, solo sé que este mundo desequilibrado me ha obligado a dar esas explicaciones. En el caso de los niños los padres también deben de educar en contra de la maldad, como mecanismo de sobrevivencia en una jungla de desequilibrados. Hablo de niñas porque ahí se centra desagradable experiencia.
Y tu ¿Cómo te sientes de educar en contra la maldad? ¿Cómo lo haces? ¿Acaso existen protocolos?