Dicen que escribir es la única arma para luchar en contra del olvido. Escribir inmortaliza la historia y a sus personajes. Y para que las generaciones venideras jamás se olviden de sus heroínas, debemos plasmar sus hazañas y contar sus caminos recorridos.
Por eso hoy, con la más profunda tristeza que me embarga, por la salida de este mundo de Ileana Alamilla, me aventuré a recurrir al recurso de la tinta y el papel en blanco, para rendir un tributo a la mujer más importante de las últimas décadas.
Ileana fue una mujer cuya presencia y ejemplo fue más fuerte que los estereotipos, ideologías y mentes retrógradas que inundan este país. Ella, fue la gestora de las más grandes alianzas periodísticas, defensora de los más desvalidos periodistas, los olvidados, los ninguneados, los que día a día se juegan la vida en el interior del país entre la miseria y la persecución de los narcotraficantes, alcaldes y gobernadores.
Ileana, fue uno de esos extraordinarios regalos que la vida me otorgó, sin merecerlo. Fue una amiga y compañera de muchos caminos, que impactó mi manera de pensar y actuar. Para mí, fue un alma maestra.
Ileana y yo, nacimos en épocas y mundos diferentes. Sin embargo, para mí siempre fue un referente y me enseñó que en los puntos de vista antagónicos se encuentra la riqueza de vivir. De ella, aprendí el debate de las ideas, sustentadas en el respeto y la ética.
Juntas realizamos batallas por la libertad de expresión, especialmente en la defensa de los periodistas del interior del país. La vi luchar de frente contra colegas, activistas oportunistas y mediocres, embajadores y miembros del cuerpo diplomático intolerantes. Incluso diputados, ministros y el mismo Presidente de la República y su vergonzoso equipo de comunicación que, haciéndonos ir y venir a reuniones interminables, jamás quisieron aprobar el Programa de Protección a Periodistas, que Ileana diseñó con cabeza, inteligencia y meticulosidad.
Este es un programa urgente para defender la vida de decenas de periodistas que están siendo amenazados y agredidos, que se encuentran solos y a la deriva en el interior del país. Del 2000 a la fecha, 38 periodistas han sido asesinados.
Irracionalmente, al día de hoy, existe una gran oposición para que este programa sea aprobado antes que siga corriendo la sangre de más periodistas mártires. Ileana, con argumentos y valores se enfrentó a los poderes reales y jamás le tembló la voz para sancionar a los de doble moral. Fue una guerrera y revolucionaria que se enfrentó cara a cara con el enemigo y no temió.
Mientras, Ileana fungió como presidenta de la Asociación de Periodistas de Guatemala (APG) y yo como su homóloga en la Cámara Guatemalteca de Periodismo, conseguimos, bajo su liderazgo único, la unión histórica de 21 entidades de prensa nacional y la inclusión de las cámaras de periodistas del interior. Esto, hubiera sido imposible sin la mente brillante de Ileana y su liderazgo transparente que traspasó las barreras ideológicas, que hoy nos hacen sangrar y nos dividen tanto.
Ella logró ser el motor del diálogo y el entendimiento entre decenas de grupos de incidencia del país, y sobre todo en el gremio de prensa. Puedo asegurar que fue la figura más admirada y respetada en el gremio.
Ileana nos abandona en una etapa muy dura para el país y el dividido gremio de comunicadores. En su nueva gestión como Presidenta de la APG tenía grandes planes para la defensa de la libertad. Se fue, sorpresivamente y sin decir adiós, tan solo a dos días de haber asumido la Presidencia de la APG. Pero, no dudo que su alma guerrera tenía otros caminos que recorrer y que Dios decidió regresarla a su casa, la luz, de donde su alma proviene.
Su partida de este mundo, nos deja destrozados. Su pérdida es irreparable. Ileana fue una gran esposa, su relación con su amado Adrián era admirable; era también una gran madre, ejemplo de sus hijos que llevan sus genes y temple. Y también, para mí, Ileana fue un pilar que me acompañó y sostuvo a lo largo de mi carrera periodística. Fue un compás moral, un punto de referencia ética, que siempre vivió de acuerdo a lo que predicó.
Hoy, para que quede plasmado por siempre y su historia jamás se olvide, rindo un homenaje a Ileana Alamilla, líder, amiga y alma maestra.
Como tengo la ventaja de ser una mujer de fe, que no cree en la muerte, sino solamente en la transformación del alma que cuando cumple su misión de vida abandona el tacuche de cuerpo para convertirse en espíritu guía de luz, estoy convencida que su fuerza nos seguirá guiando.
Para terminar, quisiera pedir al Presidente Jimmy Morales, que como un Tributo a la memoria de Ileana, como señal de respeto a su lucha por la defensa de los periodistas más desprotegidos; cumpla con su promesa de aprobar el Programa de Protección a Periodistas, que Ileana junto a 21 cámaras le presentamos ya hace más de un año y medio. Han sido meses y meses de engaño, de tomadas de pelo y pérdidas de tiempo en reuniones interminables.
El Presidente Morales, debe saber que más que esquelas y flores que adornen su tumba, lo que Ileana necesita es que su lucha sea reconocida y su proyecto una realidad. Tenga por seguro que los colegas de Ileana, seguiremos empujando este proyecto y no descansaremos hasta que sea aprobado.
Con el corazón desgarrado expreso mi pesar a Adrián, sus hijos y familia. Llevaremos a Ileana en el corazón, por siempre. Descanse en paz, nuestra guerrera de luz.