SANTOS INOCENTES. Por Guillermo Monsanto
Como si de una red social contemporánea se tratara, la voz del nacimiento del “rey de los judíos” recorrió los cuatro puntos cardinales. Los iluminados -en su mayoría obreros, alfareros, pastores, granjeros, gente humilde y más de algún pudiente- tomaron peregrinaje a Belén, engrosando el caos municipal que la pequeña ciudad estaba viviendo por la convocatoria del censo romano. De este modo, y durante algunos días, Jesús, María y José estuvieron acompañados casi todo el tiempo. Y ya en ese primer momento la Sagrada Familia dio muestras de una generosidad desinteresada ya que siempre compartió con los visitantes las ofrendas que depositaban a los pies del pesebre. Cuna qué, con los días, se había trasformado milagrosamente en un lecho de flores blancas.
De los cuatro jinetes que seguían la estrella, uno se fue quedando rezagado. Los otros tres, guiados por los rumores, preguntaron por el rey de los judíos y fueron conducidos erróneamente al palacio de Herodes. Ya en su presencia y para sorpresa del gobernante, no era a él a quien buscaban si no a un bebé recién nacido que había nacido en los alrededores. Astutamente Herodes les suplicó que buscaran al Niño y lo trajeran a su presencia para rendirle honores. La intención oculta era la de matarlo y acabar con el peligro a su trono. Los tres visitantes, que no en balde eran sabios, no cayeron en la trampa y luego de ponerse a las órdenes emprendieron inmediatamente la marcha. Un prodigio… mientras estuvieron en el palacio el lucero que los guiaba dejó de ser visible temporalmente.
Los baches históricos, las leyendas doradas y un sinfín de narraciones apócrifas no dan fidelidad a los hechos que, además, son difíciles de datar. Los rumores del nacimiento de Jesús llegaron al palacio primero en los cuentos de quienes lo abastecían de víveres, géneros y otros productos. Se afincaron en las conversaciones de las cuadras, las cocinas y el servicio palaciego. Finalmente llegó a los oídos de la corte y de ésta a Herodes. Rey que sintió en peligro su corona y como buen político, buscó la manera de solucionar el problema sin pensar en otra cosa que no fuera su propio interés en el poder.
No se sabe cuándo fue la matanza de los Santos Inocentes de Belén. Probablemente poco después del encuentro de los tres magos con la Sagrada Familia. Sin embrago, y desde hace unos mil años, se celebra el 28 de diciembre. Herodes, al darse cuenta que los Reyes Magos lo habían engañado y no habían retornado a él con el Niño, se puso furioso. Luego de cabildearlo por unos días, seguir rastros y atar cabos, mandó a rodear la ciudad de Belén e hizo asesinar a todos los niños varones menores de dos años. Aunque estas víctimas no fueron tantas como las historias sugieren, ya que Belén era una población pequeña, finalmente eran realmente unas inocentes criaturas que no tenían por qué morir. Jesús, gracias a una revelación Divina, había sido trasladado por su padre y María a Egipto.