Se escucha de nuevo. Pensás en la época en que la canción presagiaba, si no felicidad, al menos algo parecido a la armonía. Pero eso fue antes de la catástrofe. Antes de que aparecieran para rescatarnos durante la Gran Escasez. Entonces creímos que estaban de nuestro lado y les permitimos adquirir poder. Para cuando llegó el derrocamiento era demasiado tarde. Una a una, derrumbaron nuestras instituciones dejándonos a su merced.
Se termina y los altoparlantes quedan en silencio — hasta la próxima media hora, cuando volverá a sonar—.
Oís pasos subiendo por las escaleras… ¿será posible? Revisaste y no había nadie cuando escribiste el graffiti — y sabés que en ese sector no hay cámaras funcionando —. Pero los pasos se oyen cada vez más cerca. Ves tu mano, llevás pintura en los dedos. Considerás lavarte pero recordás que el chorro activa la cisterna. Temblando, dejás sobre la mesa el plato con tu cena: sopa de mayonesa con salsa inglesa. Vas al sótano y te ocultás entre un montón de periódicos viejos. Está oscuro.
Los altoparlantes se prenden de nuevo. A lo lejos, escuchás la canción:
Una presa en la huida, que corría por su vida
a cambio de productos B&B
Una obesa, su lideresa, tu propio padre
¡Todos: sediciosos!
Entre varios crímenes más
Tenga usted eterna navidad
que a los Rebeldes lancemos al mar
Al coliseo, un forastero
¡Van diez mil, en el año!
Por cuestionar el régimen corpo-fascista B&B
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Es una noche calurosa en la prisión de Mariscal Zavala. Agitado, un hombre llega a la pequeña fogata instalada en la plazoleta central. “¡Creímos que no ibas a venir, Otto Pérez!” exclama el reo Mauricio López Bonilla. “¡No sería una velada musical sin ti y tu escopetarra!” agrega Ulises Anzueto, otro de los privados de libertad. “Disculpen, amigos” les dice Otto, “me demoré porque tomé una siesta y en mis sueños me visitó Satán”. “¡¿Satán?!” pregunta con asombro Manuel López Ambrosio. “Sí, caballeros. Y no solo eso. Satán me reveló una canción. Satán me dijo «Otto Pérez Molina, a continuación he de mostrarte las partituras de una melodía. Apréndela y tócala esta noche ante a tus amigos con tu escopetarra. Si haces eso, tu cuerpo y los cuerpos de ellos habrán de hacerse invisibles y podrán caminar frente a los guardias abandonando este triste calabozo. Hazlo y os prometo que por la mañana todos ustedes amanecerán en los tersos brazos de sus mujeres»”. “Pues qué esperas ¡Tócala, Otto!” exige entusiasmado Mauricio López Bonilla. Otto ejecuta la pieza. Luego transcurren varios segundos en silencio, hasta que Manuel López Ambrosio expone “No creo que la canción haya funcionado. Yo aún puedo verlos”. Frustrado, Ulises Anzueto pregunta “¿Estás seguro que la melodía que te reveló Satán era Labios Compartidos de Maná?”. “¡Yo pienso que todo esto es una farsa! ¡Creo que Otto Pérez tal vez no es un buen líder!” replica Elvin.
De pronto, las nubes se dispersan exponiendo la luna en su totalidad. La luna está roja. Una larga sombra se extiende en medio de la plazoleta y con ella se oye el andar de unas pezuñas.