Yo nací en un mundo diferente. Yo fui el primer control remoto de mi casa, era tan eficiente que no solo podía encender y apagar el televisor, sino que también podía apagar la luz del cuarto, ir por alguna bebida y hasta abrir la puerta si mis padres tenían mucho calor.
Yo nací en un mundo diferente. Cuando yo era estudiante una Olivetti de 15 libras de peso era considerada una “máquina portátil”, el Pequeño Larousse Ilustrado de más de 1,000 páginas era un diccionario de bolsillo y un litro de Coca Cola en envase de vidrio era suficiente para toda una familia.
Yo nací en un mundo diferente. El chancletazo de mi madre no era considerado un acto lacerante de mis derechos humanos, sino tan solo un método correctivo. La enciclopedia era un bien preciado, no simplemente un gigantesco pisapapeles de alto costo.
Yo nací en un mundo diferente. A mi padre y mi madre siempre los he tratado de usted. Con mi mamá puedo tener ideas divergentes, pero nunca tendría el irrespeto de levantarle la voz.
Yo nací en un mundo diferente. Mis padres se quejaban de la enorme cantidad de tiempo que pasaba en la calle, pero la calle era fútbol en campo de tierra, béisbol con pelota de calcetín y palo de escoba y una vuelta en mi BMX oxidada.
Yo nací en un mundo diferente. La única pantalla de mi casa era la televisión. Una tele grande de 14 pulgadas. Los discos de vinil eran más grandes que los platos de la vajilla, los casetes se retrocedían con un bolígrafo Bic y en la radio se pasaban programas especiales “Solo para coleccionistas”.
Yo nací en un mundo diferente. Hablar por teléfono era caro. La conexión a Internet hacía un ruido muy particular y se chateaba con gente que uno no conocía.
Yo nací en un mundo diferente. En el colegio el aparato de alta tecnología que era decomisado comúnmente era el Walkman, el Chavo del 8 era el programa familiar por excelencia y no había señora que no esperara el Show de Cristina.
Yo nací en un mundo diferente. Ir a Amatitlán era un paseo dominical. Byron Pérez era el jugador insigne de la Selección Nacional y Noti 7 ya tenía a los mismos presentadores de hoy en día.
Yo nací en un mundo diferente. Me cuesta entender a la juventud. No entiendo lo que escriben, sus abreviaturas me enfurecen y aborrezco las caritas (emoticones) digitales.
Yo nací en un mundo diferente. Mi teléfono celular tiene solo dos APP, aún llamo a las personas por su cumpleaños y todavía disfruto de una charla sin necesidad de tener redes.
Estoy consciente de que Guatemala es uno de los países más jóvenes del mundo y que nuestro futuro depende de la formación de una generación valiente, comprometida, educada y decidida para crear un mejor país, ojalá que la logremos formar y conservemos nuestros valores, que a pesar de nuestros defectos nos han permitido ser personas de bien.