Hace un par de años, por estas fechas, recibí un comentario que jamás olvidaré. Estaba almorzando con unos amigos y comenté que ese día en la noche, cenaríamos con mi familia por el Día de Acción de Gracias. El comentario no fue muy bien recibido. “¿Celebrás Thanksgiving? ¡Qué agringado sos! Aquí son Jueves de Paches (o Jueves de CICIG). No seas mamón de los gringos y respetá tus tradiciones”.

En ese momento puede que me haya hecho sentido el comentario. Guatemala es un país muy rico, y sus tradiciones son parte de esa riqueza. El delicioso fiambre del primero de noviembre, los barriletes de Sumpango, la Semana Santa y sus procesiones en Antigua, la Quema del Diablo, por mencionar algunas populares. Después del comentario pensé “quizás estamos copiando mucho a Estados Unidos y deberíamos quedarnos solo con nuestras tradiciones, porque son nuestras y de nadie más”. Pero estaba equivocado.
Regresé a mi casa con ese pensamiento. Sin embargo, aquella cena volvería a cambiar mi forma de pensar. Al ver a la familia sentada alrededor de una mesa con comida deliciosa en el plato, dando gracias a Dios y a los demás por los éxitos, fracasos, retos y alegrías que había traído la vida durante el año y compartiendo historias, chistes, anécdotas y triunfos la “tradición robada” no me pareció tan malo como mi amigo lo había hecho sonar. Tampoco me pareció “tan gringo”. Me pareció humano.

Desde ese día, decidí que sin importar lo que otras personas digan, la celebración de Thanksgiving (una fiesta que no solo es estadounidense, pero tambíen canadiense y brasileña – basta con saber un poco de historia) es un día para recordarnos que debemos dar gracias por todo lo que tenemos y por quiénes tenemos. Es una fecha que nos recuerda que le debemos mucho a otros y que no venimos a este mundo para estar solos. Es una tradición familiar, basada en gratitud y amor, cariño y respeto, unión y fraternidad.
¿Por qué no copiar aquello que es bueno? ¿Por qué no heredar aquellas tradiciones que nos humanizan? Claro, Thanksgiving podrá no haber nacido en Guatemala, pero el mensaje de esta tradición debe ser esparcido por todo el mundo. Los chapines, por sátira o por la razón que sea, lo hemos apodado “San Giving”. Pero le llamemos como le llamemos, las buenas acciones sirven de ejemplo, las buenas tradiciones también.
Así que, si está de acuerdo, celebre “San Giving”. Reúna a su familia en la mesa, haga una cena, de gracias a Dios y a quienes le rodean por estar allí y por hacer de usted una mejor persona. Pero si no está de acuerdo y le parece que esta es un “tradición robada”, no critique, siéntase muy chapín, cómase un Pache y, si quiere, de las gracias.