El COVID-19 y su llegada a Guatemala han prendido las alarmas en diferentes sectores, en especial a las personas que tienen condiciones médicas previas y que las vuelven vulnerables debido al coronavirus. Entre ellos, quienes sufren de insuficiencia renal crónica, que tienden a padecer una condición delicada y necesitan de diversos tratamientos.
El doctor Carlos Avendaño menciona que se trata de una “patología en la cual los riñones funcionan menos de lo que deberían trabajar. En algunos casos, solo logran rendir un 15 por ciento de su funcionamiento”.
Los riñones controlan varias funciones del cuerpo humano como regular el volumen de líquido del cuerpo, la presión arterial, inducir la producción de glóbulos rojos, maduración de vitamina D o ayudar al PH de la sangre. Sin embargo, al tener esta patología, estas funciones son perjudicadas y la expectativa de vida para aquellos que tienen esta enfermedad y son tratados puede llegar a los 60 años. Sin embargo, existen casos en los cuales se produce diabetes junto a la insuficiencia renal crónica, por lo que la expectativa de vida cae aún más.
Según Avendaño: “En Guatemala sí hay posibilidades de ser tratado en diferentes hospitales, tanto públicos como privados”. La insuficiencia renal requiere de tratamientos especiales como la hemodiálisis que le permitan al paciente eliminar las sustancias tóxicas de su cuerpo. Sin embargo, existe una gran demanda que sobrepasa la capacidad de los equipos con los que cuenta el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social en su sistema hospitalario. Por otro lado, en el sector privado, un tratamiento puede costar entre Q850 y Q3 mil.
“Los tratamientos para esta enfermedad varían según la condición, pero suelen ser entre dos o tres sesiones por semana, por lo que el costo es demasiado para poder atenderlo en el sector privado”, comenta el médico.
¿Cómo defenderse en tiempos de coronavirus?
Entre el desabasto de mascarillas, insumos para la higiene personal y equipo para prevenir el contagio del COVID-19, las personas con insuficiencia renal crónica pueden contraer fácilmente este virus. La sintomatología que se observa en los infectados es fiebre, tos, dolor corporal y fatiga, acompañado de disminución de corpúsculos sanguíneos responsables de la respuesta inmune como los leucocitos y linfocitos. Estos dos últimos efectos de la enfermedad son los que más preocupan a los enfermos renales, ya que estarían inmunocomprometidos. Por ello, es importante que las áreas en donde se les presta atención clínica cuenten con instalaciones especiales y con protocolos que reduzcan al mínimo el contagio.
Actualmente hay entidades que buscan la protección de pacientes con insuficiencia renal ante la emergencia de salud que existe. Entre ellos, Nipro Medical Corporation, una empresa japonesa con una trayectoria de más de 60 años y presencia en el mundo, en los cinco continentes, que decidió contribuir al tratamiento del COVID-19 que beneficia a personas diagnosticadas con esta enfermedad con máquinas de hemodiálisis.
Este equipo es integrado al hospital provisional ubicado en el Parque de la Industria y que es utilizado para atender a los pacientes de COVID-19. Las máquinas permitirían disminuir el riesgo en los pacientes que presenten fallas renales.
“Esta enfermedad representa un peligro para quienes viven con esta condición, ya que su sistema inmunológico está comprometido y el coronavirus puede atacar fácilmente”, sentencia Avendaño.
Entre las recomendaciones para evitar la propagación del virus resaltan el distanciamiento, el constante lavado de manos y evitar el contacto físico, además de guardar cuarentena.