La 8a. calle y 1a. avenida de la zona 1 es testigo de los cientos de milagros y peticiones con que cada año los fieles llegan a visitar a la Emperatriz de América, la Virgen de Guadalupe.
Vestidos con trajes típicos, collares de colores y veladoras en mano visitan el Sagrario de Guadalupe, que cada 12 de diciembre luce sus mejores galas. En Guatemala, según historiadores, fue el arzobispo de México, Juan de Zumárraga, quien introdujo en el país el interés por la Virgen. Cuando consagró a Francisco Marroquín (1537) como obispo de Guatemala, también consagró la diócesis a la Señora de Guadalupe.
Ana Paz, quien ha vivido toda su vida en los alrededores del Santuario, indica: “A la Virgen de Guadalupe le debo mi vida, mi salud y muchos milagros que han pasado en nuestra casa”. En su residencia tiene un altar con un cuadro de la Morenita, junto con dos velas encendidas.
“Siempre llevo en mi memoria cuando mi mamá nos vestía de traje típico y nos íbamos a hacer esa fila enorme para pasar saludando a la Virgen de Guadalupe. Uno, al principio no le entendía; pero después nos dimos cuenta de la gracia y bendiciones que ella nos regala todos los días”, cuenta Sofía, otra vecina de zona 1.
En Ciudad de Guatemala, unos cien mil devotos visitarán el santuario este 11 y 12 de diciembre. La costumbre del vestuario es como un ofrecimiento a la Virgen”.
“Todos, al final, acudimos con una petición a la Virgen Morena. Durante horas hacemos la fila para verla; llevamos algo en mente, llevamos una intención con la esperanza que seamos escuchados, perdonados y nos conceda ese milagro que pedimos”, agrega Sofía. “Mi papá fue ejemplo de eso; estaba muy enfermo y creí que ya no se sanaría de su enfermedad. Nuestras oraciones a la Virgen de Guadalupe se hicieron más fuertes y aquí sigue mi papá. Todo es cuestión de hacer las cosas con fe y los milagros pasan”, afirma.
El relato de la aparición de la Virgen
La Virgen de Guadalupe se apareció en cuatro ocasiones al indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin, en el cerro del Tepeyac. El relato guadalupano, conocido como Nican mopohua, narra que, tras la primera aparición, la Virgen de Guadalupe le ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga.
Juan Diego iba pasando por el Tepeyac cuando escuchó que una mujer se dirigía a él, por su nombre. Cuando subió a la cima del monte, ella le mandó a decirle al obispo Zumárraga que le construyera un templo en el lugar. Juan Diego obedeció. Un día más tarde el tío de Juan Diego estaba moribundo, por lo que evitó pasar por el lugar cuando iba a buscar un confesor para su pariente.
La Virgen le salió al paso y le pidió que le llevara unas rosas al obispo, como prueba de su aparición.
Al llegar ante el obispo Zumárraga, Juan Diego descubrió la imagen de la Virgen Morena estampada en su manto y al llegar a su casa pudo comprobar que su tío estaba curado. Esta imagen también es morena, y tiene a sus pies una media luna y un ángel que la sostiene.