Mientras la basura arde y la pestilencia impregna el ambiente, un lugar sirve de refugio para 520 niños de la zona 3. Estas 520 almas logran escapar, de lunes a viernes, a la asfixiante bruma y el fétido aroma a basura y desechos, durante siete horas al día.
El Oasis en medio del basurero
Lo que hace 30 años inició como un esfuerzo para atender a 46 niños del basurero de la zona 3, hoy es el único refugio para las familias de los guajeros. Allí, niños desde los 3 años, jóvenes de 15 y adultos acuden a recibir capacitaciones para mejorar su calidad de vida.
Desde entonces y cada año se suma un grado escolar para atender la creciente demanda. De acuerdo con Sandra Aguilar, presidenta de Safe Passage (SP), hoy en día se atiende a la segunda generación de hijos de guajeros.
“Hoy vienen a las escuela los hijos de nuestros alumnos, los que educamos hace diez años”, sostiene Aguilar.
De estimulación temprana a los padres de familia
Lo que comenzó como una escuela para niños del basurero, es hoy un complejo sistema educativo que atiende niños, adolescentes y adultos. De acuerdo con Sandra Aguilar, presidenta de Safe Passage (SP), la misma necesidad de atención ha llevado a que los servicios se vayan ampliando.
“No podemos pretender mejorar la calidad de vida si los esfuerzos no son integrales”, esto en referencia a que un niño puede mejorar su calidad de vida siempre y cuando los padres hagan lo propio.
A decir de Aguilar los servicios de SP van desde un jardín infantil de estimulación temprana (La Escuelita) hasta el quinto grado de primaria. Luego pasan a los básicos para poder seguir estudiando.
Para apoyar a los niños y elevar el nivel de vida a los padres de familia se les imparten cursos de alfabetización para que puedan trabajar con sus hijos y además mejorar sus oportunidades como adultos.
Es importante tener reglas claras y para poder asistir a la escuela los niños deben dejar de trabajar como guajeros en el basurero, comenta Aguilar. “Para seguir en SP los niños no deben bajar a guajear (trabajar en el basurero), si lo hacen debemos llamarles la atención y si persisten serán expulsados” asegura.
Recuerda bien el caso de un niño que pese a estar inscrito fue a “guajear” y en un día ganó Q50. por recoger metal. “Al día siguiente vino muy contento a la escuela contando que había llevado a su mamá a comer a Pollo Campero”, relata.
Este tipo de incidentes hace que lograr que los jóvenes se mantengan en los programas educativos sea difícil, pero cada vez los casos son menos casos asegura Aguilar.
Los sueños en alas de zopilotes
Los sueños de los niños del basurero “vuelan en las alas de los zopilotes”, comenta Richard, un niño de 6 años que asiste a la escuela. Esto podría deberse a que éstas aves logran abandonar la basura y llegar tan alto, a donde el olor y el humo no nublan la mente.
Pablo de 7 años, quiere ser policía, pues asegura que en la comunidad eso “te da importancia” y se gana bien.
Mientras que Deborah, de 8, sueña en convertirse en doctora. “Quiero ser doctora para ganar bien y poder ayudar a la gente que vive en mi comunidad”, dice al referirse al basurero.
Lo único cierto es que hoy Safe Passage es la único cimiento que los hijos de los guajeros tienen para apalancar sus sueños.
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