Karla Bonilla es una entrenadora de natación en Olimpiadas Especiales. Tiene 15 años de experiencia y cuatro junto a las y los atletas con discapacidad. Es una mujer comprometida y muy apasionada por su trabajo. Su tez es morena, es de estatura promedio, algo chiveada y su fascinación es el atletismo.
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Desde que comenzó en esta etapa de su vida profesional no ha pensado siquiera en alejarse. El ímpetu de sus alumnos, la alegría que irradian y entrega en cada entrenamiento y competencia motivan a Bonilla todos los días para ser una mejor persona.
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Sentada en una cómoda silla de Comité Olímpico Guatemalteco, ubicado en zona 9, dentro de una sala llena de libros y las luces encendidas, Karla me comentó que involucrarse en este mundo le ha permitido corregir muchos errores. Recordó que comenzó con miedo por no saber cómo hablarle a los deportistas pero muy pronto comprendió que no había un trato distinto.
Las reglas son las mismas,
las instrucciones son iguales y la preparación es exacta.
Cuando comenzó su formación como maestra de deportes estaba lista para desempeñarse en el atletismo, pero tuvo la oportunidad de dar una clase de natación. La experiencia marcó su vida y varios años después se ha especializado en la disciplina.
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La mayor satisfacción de una entrenadora
Karla ha tenido bajo su cargo algunos atletas con mucho miedo al agua. Comentó con una enorme sonrisa en el rostro que algunos de ellos han superado el temor, simplemente decidieron adentrarse en este mundo repleto de sorpresas. “Como entrenadora se siente espectacular”, aseguró sin temor a equivocarse.
También mostró mucho orgullo por sus atletas, cuando estos compiten con otros jóvenes que han cumplido distintos procesos de preparación. Sin duda, todas las vivencias para Karla se traducen en indescriptibles sentimientos que llenan su corazón de satisfacción.
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Bajo su cargo, el equipo de natación ha competido en eventos regionales, nacionales y recientemente en los Juegos Latinoamericanos en Panamá. Su principal objetivo es mantener el nivel de estos chicos. Ayudarlos a alcanzar nuevas metas y trazar caminos exitosos.
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Su primer viaje juntos
En 2015, Karla viajó con el grupo hacia los Juegos Mundiales en Los Ángeles. Era la primera vez que salía de Guatemala, al igual que muchos de los deportistas. Fue la primera ocasión en la que se alejó tanto de sus hijos para empaparse de enseñanzas. En aquella oportunidad viajó con la delegación de Golf.
Este tipo de viajes le permitieron a Bonilla conocer un poco mejor a los competidores. Controlar sus horarios de comida, de dormir, identificar en qué momento están enojados o tristes para poder ayudarles.
Han sido experiencias enriquecedoras.
Me han cambiado la vida, ahora soy más paciente,
comprensiva y siempre llevo cosas nuevas a la casa.
Su hijo de 16 años y su hija de 8 también se han involucrado con los atletas. De esa forma, han logrado dar a conocer el programa de Olimpiadas Especiales a donde quiera que vayan. Comparten sus experiencias con las personas que tienen alguna discapacidad.
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Como era de esperarse, para la joven entrenadora también han habido momentos de frustración como la descalificación de sus dirigidos en alguna competencia o que a algún competidor se le olvida en qué momento debe iniciar la actividad. Aclaró con profundo sentimiento que las sensaciones no son contra los atletas, sino contra ella misma cuestionándose qué hizo mal.
Me gustaría terminar mi vida en esto.
Mi mayor deseo es seguir con mis chicos de Olimpiadas Especiales
y esperar a las nuevas generaciones.
Uno hace esto por puro amor.
Actualmente, la entrenadora tiene a su cargo unos 30 atletas, con quienes ha tenido buenas experiencias. El grupo es muy unido, se ayudan y motivan mutuamente haciendo especiales cada uno de los días.
No pudo finalizar la charla más que con un llamado para todas las personas. Es importante conocer a los atletas de Olimpiadas Especiales para darse cuenta que son competidores de alto rendimiento.
Van a aprender de ellos, muchas cosas.
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