El fuego duró media hora. Los gritos se escucharon por los corredores, ¡¡¡fuego!!!, ¡¡¡fuego!!!. Ni cubetas, ni extintores impidieron que se apagara. La puerta estaba cerrada con llave, las niñas vieron la muerte disfrazada de fuego.El siguiente Relato antes y el después de las horas transcurridas en el Hogar Seguro contado por quienes estuvieron presentes.
1:00 PM. del 7 de marzo, todas las niñas de los módulos debían recibir clases en la escuela Hogar Seguro. En fila y ordenadas subieron al segundo nivel para comenzar la jornada de aprendizaje. Pero había algo en el ambiente que exasperaba a las adolescentes, no estaban contentas con la comida, con el trato, con la vida que allí les daban.
2:45 PM tres adolescentes protagonistas decidieron revelar su molestia. Con esfuerzo escalaron el muro de la pared que colinda con los tejados de las aulas y módulos del Hogar Seguro y comenzaron a vociferar para que alguien las volteara a ver. Tiraban piedras, corrían de un lado a otro con desasosiego y desesperanza.
Las educadoras nerviosas y molestas algunas decidieron llevarse a todos los niños y niñas más pequeños a su modulos para que no les ocurriera nada con las revoltosas. Los y las profesoras buscaron mejor la salida del Hogar Seguro y se fueron a sus casas a descansar.
La protesta que inició con tres niñas se salía de control y más adolescentes varones y mujeres se unieron, de una protesta por malos tratos, abuso sexuales y mala alimentación, pasó a llamársele amotinamiento.
5.00 PM el día fenecía y el griterío y la conmoción eran el preámbulo que marcó el destino de algunas de esas niñas que se atrevieron a desafiar a los malvados.
6:00 PM un grupo de las Fuerzas Especiales de la Policía Nacional Civil, agentes del orden común y oficiales llegaron al lugar gritando a los niños y niñas, perturbándoles aún más el comportamiento. “Callate” “callate” le incriminaban a gritos a una niña que demandaba que no los golpearan. Cachiporras en mano, bastones y escudos formaban parte de la herramienta de trabajo de los agentes..
Los niños y las niñas desafiantes cantaban la lechuza, la lechuza hace ssshhh, hace shhhh, alteraban a los PNC, los niños aplaudían, gritaban, ponían nerviosos a los agentes. “Silencio” “silencio”, repetían.mientras sus voces se ahogaban entre los cantos y el alboroto.
Comenzaron a agruparlos en una esquina para mantenerlos controlados. Ni un niño ni una niña tenía palos, ni piedras, los aplausos que daban, sin motivo alguno ,era más que una prueba que no sostenían ningún objeto en sus manos.
7:00-8:00 PM, es de noche, los niños y niñas fueron tirados al suelo boca abajo, con las manos en la espalda como si hubieran cometido un acto criminal. Estaban temblorosos. Y para la PNC se había logrado poner orden.
8:30 PM se corre la voz que muchas, muchas niñas, no se sabía cuántas, se habían escapado del Hogar Seguro en medio de la noche y entre el barranco, huían de algo, huían con miedo, con ganas de llegar a sus casas y refugiarse allí aunque nuevamente fueran golpeadas, lastimadas, violentadas. Para ellas el Hogar ya no era Seguro. La PNC inicia la búsqueda.
10:00 PM los PNC regresan con 50 adolescentes inmovilizada con grilletes, las ponen frente a los monitores, educadores y directivos que estaban en el lugar. La orden era llevarlas a otros hogares porque habían violado uno de los reglamentos.
12:00 PM el juez no emite ninguna orden, y la PNC sigue la instrucción. Meterlas a un cuarto y encerrarlas con llave porque eran las montoneras y la Procuraduría General de la Nación iba a disponer a dónde enviarlas.
01:00 AM las niñas se les ordena dormir en colchonetas en ese cuarto de cinco ventanas con barrotes, ningún baño, y una sola puerta.
Pasan toda la noche allí lloran, claman, suplican, piden salir a defecar, a orinar, a comer, nadie responde. Se duermen. La noche las acoge con su oscuridad y temprano exigen que les abran la puerta, pero nadie dice nada y afuera la vida sigue igual.
7:00 AM del 8 de marzo, las niñas no fueron llevadas al comedor como hicieron con todos y todas las demás niñas, las bien portadas. Permanecían encerradas, tenían hambre, sed y con ello desesperación.
8:00 AM los demás niños y niñas ya estaban en el comedor desayunando.
A fuera algo malo estaba por ocurrir. Un grupo de policías custodiaban la puerta de aquel cuarto sin razón alguna, no había donde escapar.
8.45 AM los gritos comenzaron a invadir los corredores, a penetrar en los oídos de monitores, maestros y cuidadores, retumbaban en el patio. Eran gritos de dolor, de ardor, las llamas prendían, salían de entre los barrotes de metal, calaba sobre la piel de algunas y atentaban contra los cuerpos de otras
En el corredor se escuchaban los alaridos de ¡¡¡fuego¡¡¡ ¡¡¡fuego!!! y el crujir de las llamas.
Cubetas iban, cubetas venían, ni los cinco extintores podían apagar aquel infierno.
Ellas, las niñas pegadas a los barrotes tratando de robarle al aire un poco de vida. Otras pegadas a la puerta inhalando desde la rendija el poco oxígeno que podían para que sus pulmones no colapsaran.
9:20 AM. Media hora después los gritos se extinguieron. Silencio. La vida se consumía. Paredes negras color carbón, colchonetas achicharradas. Una puerta con llave, 19 niñas muertas, el resto, 31 más, debatiéndose entre dejar de existir o vivir para contarlo. Seis aún sobreviven, dos únicamente están conscientes, 23 fueron enterradas. Así fue el después de aquella tragedia en el Hogar Seguro. Y la única pregunta que el Ministerio Público tendrá que responder ahora es ¿de dónde salió el fósforo con el que se inició el incendio?
