Les voy a contar cómo fue mi ingreso como periodista a Venezuela de manera incógnita. Para poder reportear en ese país se necesitaba pedir permiso con 30 día hábiles de anticipación y se corría el riesgo que no me dejaran entrar por los requisitos que piden, entre ellos, tipo de entrevistas a realizar, fuentes, temas y todos los contactos en ese país.
Me aventuré sin hacer todos esos trámites.
Antes de llegar desde Bogotá, Colombia tengo que cambiar algo de dinero. La devaluación del bolívar frente al dólar, hace que llegar sin la moneda de ese país sea una verdadera odisea.
Finalmente, unos amigos me consiguen bolívares y acordamos me los darían al llegar a Caracas. En total me cambiaron US$100, que se convirtieron en 700 mil bolívares. Imaginen esa cantidad en billetes de 100, por lo que tener el cambio en papel moneda es demasiado, así que, a quien lo recibe se los transfieren a una cuenta bancaria.
En el mercado negro se cambia a US$1 por Bs.7,000.00, lo que equivale a Q7.30, pero varía constantemente.
En el avión es mejor no hablar mucho, pues la mayoría de personas preguntan cuál es tu profesión.
Al llegar al Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) me da la bienvenida, se respira un ambiente tenso y no te quitan la mirada.
Son jóvenes vestidos con uniforme color beige y una boina roja al mejor estilo de Ernesto el Che Guevara, el icono guerrillero de los años 60.
Intento tomar una fotografía con mi celular, la GNB no me lo permite. Al llegar a migración trato de no ponerme nervioso, es imposible.
¿Primera vez en Venezuela? ¿A qué se dedica? ¿Cuántos días estará? Mis respuestas son cortas y monosílabas. Mi frase más larga fue: soy profesor universitario y vengo de turista.
#AquíNoSeHablaMalDeChávez es uno de los primeros mensajes que leo en el área para recoger las maletas y que aparece por todos lados.
Una chica me pregunta, ¿eres venezolano?
Mi acento me delata y ella dice: “Bienvenido a la República Bolivariana de Venezuela y me recuerda de nuevo: Aquí no se habla mal de Chávez”.
Al salir de la terminal aérea no hay taxis identificados, varias personas me abordan para ofrecerme el servicio y cambiarme dinero. Solo digo, no gracias, es mejor que no se den cuenta que soy extranjero.
¡Uf!, el calor es muy fuerte, estamos frente al mar, quiero tomar agua, pero no llevo ni un solo bolívar y los dólares no son aceptados. Hay máquinas con Coca Cola y Gatorade, pero la misma historia.
Una colega periodista me llega a traer, nos lleva un señor que previamente fue contratado como taxista.
Un retén de la GNB con agentes armados con fusiles hacen que todos los carros que salen del aeropuerto pasen lentamente, bajamos los vidrios y nos dejan seguir.
Salimos por la Autopista Caracas, La Guaira, una moderna carretera de tres carriles por cada lado y que tiene varios túneles por lo montañoso del terreno, luego de unos segundos aparece la propaganda oficialista.
Saco mi cámara y empiezo a tomar fotografías. A los costados varias vallas del expresidente, Hugo Chávez Frías y del actual mandatario, Nicolás Maduro, son parte del paisaje, una frase aparece en varios lugares: Chávez Vive, La Patria Sigue.
A las orillas de la carretera ingresando a Caracas: las ballenas (carros lanza aguas) listas para actuar en contra de los manifestantes de la oposición, agentes de la GNB a pie y en motos, se observan en varios puntos.
“Guarda la cámara, nos pueden parar”, me dice mi colega periodista, “aquí la policía es violenta y pueden agredir antes que nos logremos identificar”.
Tomar fotos no es tan fácil, pues si la GNB te mira, se corre el riesgo que te exijan borrar las imágenes y en el peor de los casos te recojan el equipo.
Aquí se siente miedo e incertidumbre.
Ingresamos a la Autopista Francisco Fajardo, esa en donde se han dado decenas de enfrentamientos entre opositores y agentes de Estado.
Hay pintas contra Maduro: “Maduro asesino”, “Maduro a la mierda”, “GNB son unos cobardes”, la lista es extensa.
Durante las últimas semanas se han transmitido imágenes, en las cuales se ve cómo manifestantes que rechazan al Gobierno son reprimidos con gas lacrimógeno y disparos, muchos se lanzan al Río Guaire, que separa el norte y el sur de Caracas.
El lunes pasado, un joven murió, tras los disparos realizados por la GNB en esa autopista.
La ciudad parece tranquila, pero en cualquier momento estallan los enfrentamientos entre opositores y la GNB. Desde hace 84 días ininterrumpidos hay protestas y ya van 75 fallecidos en todo el país.
Hay lugares específicos de Caracas en donde se dan las manifestaciones: la oposición por lo general lo hace en Altamira, uno de los barrios más acomodados de la ciudad, y los defensores de Maduro utilizan la Avenida Simón Bolívar o La Libertador.
La gran Caracas es una ciudad moderna con alto edificios, teatros, centros comerciales y grandes carreteras, pero como las metrópolis de América Latina rodeada de cinturones de pobreza y miseria.
El metro opera de 5:00 a.m. a 11:00 p.m., aunque por las protestas lo cierran en cualquier momento.
El día a día en Caracas es tenso, la sociedad venezolana realmente se encuentra dividida y es un polvorín.
Les dejo mi primer Relato desde Venezuela.