Dan las 5:30 de la mañana y en la pequeña cocina de doña Grecia el ruido de sartenes, ollas y cajas siendo arrastradas avisan que el día escolar está por comenzar. Esta mujer de cincuenta años es la encargada de la cocina de uno de los lugares, a donde pocos o ninguno de nosotros iría a comer. Allí cada día los hijos de los más desafortunados reciben los tres tiempos de comida, que de otra manera en sus hogares no imaginarían.
Desde 1999 funciona en la zona 7 de la capital guatemalteca , una escuela que brinda educación a los niños olvidados del basurero de la zona 3. Su fundadora, una estadounidense, llegó al país para aprender español hace más de 30 años.
Hoy la obra que inició con 46 niños, atiende a la segunda generación de hijos de guajeros (colectores de basura) y capacita a los padres para mejorar su calidad de vida.
• Diariamente en Safe Passage -SP- (Camino Seguro) 500 niños reciben tres tiempos de comida.
• En la sede central se ofrecen clases desde el primer grado al quinto de primaria.
De la escuela de español al basurero
Llegó a Guatemala con la intención de aprender español. En 1977, durante el conflicto armado interno, luego de graduarse como educadora en Carolina del Norte, Hanley Denning emprendió la aventura de su vida.
A lo largo de 21 años en el área de Antigua Guatemala, aprendió español y las costumbres de los guatemaltecos.
Sin embargo fue un encuentro con la comunidad más marginada de la ciudad la que le cambió la vida. Los niños del basurero, o los hijos de los guajeros como se les conoce en la jerga citadina.
En una entrevista que dio Denning en 2005, en la que contó su historia, reveló el impacto que ver a estos niños provocó en su vida. Ese mismo año, 1999, cuando conoció la realidad de quienes viven de los desechos, tomó la decisión de hacer algo.
Hanley volvió a Estados Unidos, vendió su automóvil, su computadoras y los bienes que había acumulado y vació su cuenta bancaria.
Con esos fondos abrió el primer centro de Safe Passage en la colonia Landívar, zona 7 de la capital. Desde entonces la obra funciona y atiende a los más desafortunados.
En enero de 2007, Hanley murió en un accidente de tránsito, sin embargo hoy su obra sigue y ha ampliado los servicios que presta.
Tres formas de ayudar
Hoy en día 520 niños y 80 adultos se benefician con los programas que Safe Passage ha implementado en una de las comunidades más olvidadas de nuestro país. Sin embargo sostener esta obra requiere del esfuerzo de muchas personas, que donan su tiempo, alimentos, material escolar y en algunos casos apadrinan a niños para costear sus estudios.
De acuerdo con Todd Amani, director ejecutivo de Safe Passage, el staff esta compuesto por educadores, voluntarios y administradores, que según el lema del lugar “buscan traer esperanza y educación para las comunidades del basurero”.
Las tres formas en que se puede colaborar con -SP- apelan a los intereses y diversidad de capacidades de los interesados.
Para quienes no disponen de tiempo, pero genuinamente quieren ayudar, existe el programa de donaciones o apadrinamiento. En ambos casos los recursos se destinan a la educación de los niños, sin embargo en el segundo, mensualmente se recibe un informe del progreso de su “ahijado” y existe la opción de visitarlo en la escuela.
Quienes disponen de tiempo y tienen una vocación de servicio, pueden acogerse al programa de “voluntariado”. Allí pueden donar su tiempo en actividades de la escuela, programas de capacitación y hasta dando clases a los menores.
Finalmente existe la opción de ayuda de tipo empresarial. De acuerdo con Amani, ésta es una modalidad que permite a empresas o negocios hacer aportes para cubrir las necesidades de insumos para la cocina del lugar, que diariamente sirve 1 mil 500 comidas.
Empresas como UNISUPER y CEMACO, son algunos de los donantes. Verduras, panes, arroz, carne y frutas son algunos de los alimentos que se preparan en la cocina de Doña Grecia.
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