El único “pueblo jardín” de Guatemala es un ejemplo de cómo una población puede alcanzar el desarrollo a través de un proyecto de ecoturismo comunitario. En 2012, los pobladores de la aldea de San Cristóbal El Alto, Antigua Guatemala, Sacatepéquez, se organizaron en la Cooperativa Integral de Servicios Especiales de Turismo Senderos del Alto y desde ese momento, realizan proyectos de urbanización, reciclaje y turismo.
Del 25 al 28 de octubre, San Cristóbal se convirtió en la sede del Primer Encuentro Centroamericano de Turismo Comunitario (ECATC) 2018. En el evento participaron delegaciones de 21 países de la región, universidades y organizaciones comunitarias que compartieron experiencias y conocimientos sobre proyectos exitosos de turismo comunitario.
“Para ser una comunidad pequeña y distante a La Antigua, un reto de esta demuestra que el turismo comunitario es de calidad y puede realizar eventos de calidad internacional”, comentó Inocente Cutzán, presidente de la cooperativa. Los participantes se asociaron en ruedas de negocios y comerciales, en donde se ponían a la venta productos artesanales de distintos países, así como comida típica de Guatemala.
Conoce los proyectos de la comunidad aquí.
San Cristóbal fue elegida como aldea sede del Encuentro gracias a la participación de una delegación del lugar en el Primer Encuentro Latinoamericano de Turismo Comunitario en 2017. “Hubo una representación nutrida de Guatemala. Nos contaron de su experiencia y querían que replicáramos el evento a nivel centroamericano”, comentó Camilo Alvarado, organizador del encuentro por parte de la Fundación Travolution Internacional.
Una delegación de Travolution visitó el lugar para evaluar si era viable o no realizar el evento ahí. “Nos sorprendió gratamente lo que encontramos en términos de organización. Vimos una buena receptividad por parte de instituciones y aquí estamos”, agregó Alvarado. Para la aldea, es un paso grande para alimentar el proyecto. “El evento servirá para despertar en las personas que no creen en estos temas, la idea de que sí es funcional y que cambia la vida de la gente desde todos los puntos de vista”, mencionó Cutzán.
San Cristóbal El Alto, una comunidad de 580 habitantes en la cima de un cerro, ahora cuenta con una entrada empedrada hasta la plaza central, hoteles y restaurantes de primera clase, una escuela equipada con libros y tecnología. También, se encuentra un proyecto de selección y reciclaje de basura y muchas familias felices que se dedican a comercializar productos, así como comida típica de la región como nísperos y chocolates.
Así cambiaron sus vidas
Mientras se camina por la aldea, los pobladores saludan desde las ventanas. En medio de flores y olor a nísperos, en San Cristóbal se respira el aire más puro de la región. “Estamos cerca de las nubes”, dijo un niño que vendía aguacates. Las familias han cambiado sus vidas. Ahora, las casas tienen portones coloniales y muchos, ya bajan a La Antigua en su propio vehículo.
Hay apellidos que han existido en el lugar desde que se fundó en 1650 como la familia de Berta Julia de León, quien administra la tienda de souvenirs Abuelitos Coca y Miguel. “Ellos fueron muy amables y nos han dejado esta enseñanza de servir con el corazón abierto”, relató. Sus abuelos tenían la tradición de encender veladoras e incienso a sus imágenes de devoción y ahora, esos elementos también se encuentran en la tienda.