Su madre fue la inspiración para que anotara un golazo. Su familia es el apoyo para cumplir sus sueños y la afición guatemalteca su mejor alera para volar lejos. Esta es la historia de Ana Lucía Martínez tras la nominación de “El Golazo de Gol”.
La pasión de esta joven futbolista comenzó desde que era aún muy pequeña. Creció en la zona 5 de la capital, bajo el cuidado de una tía abuela y todos sus primos con los que pasaba horas jugando fútbol. Tenía pocas muñecas y por días completos las olvidaba en algún rincón de la casa.
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Sus padres trabajaban largas jornadas, pero siempre la motivaron para ser excelente en todo lo que hacía. Sus notas del colegio, el deporte y en cada paso que decidiese dar. También contaba con el respaldo de sus dos hermanos mayores y el amor del más pequeño. Creció en un núcleo muy unido.
Siempre fue inquieta, llena de energía y a través del deporte lograba canalizar todas sus emociones. Ana Lucía siempre ha tenido una personalidad solidaria, es común verla de buen humor, disciplinada, exigente y perfeccionista.
El deporte y en específico el fútbol se convirtió en su mejor amigo. La hace sentir bien, olvidar los problemas, liberar toda la energía y concentrarse en los resultados. Así pasó ya en dos ocasiones específicas, cuando su tía y uno de sus hermanos perdieron la vida a causa de la violencia.
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Ana Lucía jugó por varios años en Guatemala; es seleccionada nacional y trazó un nuevo rumbo. Luego de una excelente participación con la bicolor en un campeonato Uncaf de 2014 se abrieron las puertas para que, con 24 años, pudiese entrenar durante tres meses con un equipo en Estados Unidos: Houston Dash.
Esto también facilitó el camino para que pocos meses después lograra “cruzar el charco”, llegar a España e instalarse. De momento, suma tres equipos en su historial: Dínamo Guadalajara, Rayo Vallecano y Sporting Huelva. En julio próximo, se espera que confirme su nuevo hogar, en la primera división de fútbol femenil de aquel país.
Martínez siempre supo que en Guatemala no podría trascender. La infraestructura, las malas decisiones de dirigentes y el olvido en el que está el balompié de mujeres la obligaron a tocar puertas en otro país.
Es madridista de corazón y roja por convicción. Cristiana y soñadora. Ana Lucía sabe que su historia es la plataforma para que nuevas generaciones guatemaltecas alcancen sus metas, se inspiren y hagan crecer el fútbol.
Así como el color de sus ojos, el tamaño de su nariz y el tono de su tez, el gusto por la actividad física lo traía en la sangre. Por ejemplo, su madre fue jugadora de baloncesto y su padre futbolista empedernido.
Ana Lucía se graduó como ingeniera química y obtuvo un título de Máster en Economía, finanzas y computación. Disfruta ver películas de acción, drama y romance; viajar, ir al gimnasio y compartir con las personas que más quiere.
Un gol con dedicatoria especial
En enero pasado, falleció Miriam Maldonado, la madre de Ana Lucía. Fue un golpe muy duro para la futbolista. Sin embargo, esta situación despertó en ella un hambre insaciable por anotar y así alzar las manos al cielo.
El equipo, Huelva, estaba atravesando un buen momento. Tenía una dinámica electrizante, estaban a pocas jornadas de finalizar su torneo y con la ilusión de hacerlo con luz propia. Llegó la fecha, el 5 de mayo contra el Betis. El reloj marcaba el minuto 49 cuando Ana Lucía pudo festejar una anotación, de globito; la del triunfo.
Heredó la pasión por el boliche y hoy es un referente del deporte
Aunque Ana Lucía ha celebrado en varias ocasiones la magia de sus pies, ese gol significaba mucho para ella, algo distinto. Era, en síntesis, la huella que dejó su madre, quien la impulsó en todo momento a luchar por lo que más quería, el fútbol.
Ese mismo gol, que fue por mucho el más especial de todos, fue nominado para el premio de mejor gol en la Liga Iberdrola.
Fotografía de portada tomada de Ana Lucía Martínez – Facebook.