Era un 7 de octubre de 2010 cuando una familia llegó a alquilar un apartamento en una casa administrada por mi esposo. Tres hermanas, tres niños, la pareja de una de ellas y la mamá. Invadieron más que aquel lugar, llegaron a mi hogar. A la mayor de las hermanas, “Ana B” de 30 años, le bastaron dos meses para embarazarse supuestamente de mi esposo y él, cual mal cincuentón, no resistió los embates de la mujer que buscaba estabilidad económica y un semental. (Había tenido un novio casado que al mes de salir con él se embarazó, perdió al bebé).
Yo siempre estuve segura del supuesto amor que él me tenía y no imaginé una traición de tal magnitud. Disfrutábamos la vida, nos gustaba ir de baile, pasar aventuras, teatro, cine, cenas, viajes, conciertos. Siempre sentí que él no me mentía y aquella vez no fue la excepción. Un día me dijo:“Cometí una estupidez, tengo una mujer embarazada”. No supe cómo reaccionar, me quedé atónita, no me separé y lo que vino fue insoportable.
La embestida
Él siguió en la casa, pero vinieron las llamadas a propósito a las 10 u 11 de la noche. Lo que nunca había hecho, empecé a revisar sus mensajes y encontré: “Deje a esa vieja, véngase conmigo”, “seamos felices con nuestro hijo”. También llegaron textos a mí teléfono, ni contar lo que decían. Así la lucha por llevarse al hombre ajeno fue de frente, ahora los amantes YA NO SE ESCONDEN. NO SE CONFORMAN CON EL PAPEL DE ANTES DE VIVIR A LA SOMBRA; SE DEJAN VER ASÍ ROMPEN MÁS FÁCIL EL MATRIMONIO.
Era de esperarse llegó el día de la llamada yo era nueva en estas ligas, hoy jamás hubiera hablado con ella. Lo cierto que de entrada me dijo: “Tengo novio (casado también) pero es estéril y quería ser mamá, vimos inseminaciones artificiales y son muy caras. Además, mi novio tiene moto, su esposo carro; mi novio tiene apellido López y su esposo xx. Le quiero preguntar si se va a divorciar porque me quiero casar de blanco, soy sumamente católica”. Inmediatamente dije: “No”, a lo cual contestó: “Los descabezados que aparecen son asesinados por los mareros que conozco, vengo de la Limonada y sé que usted anda en un carro beige perlado”. Gua, me amenazó, así de fácil. La plática continuó y literalmente expresó: “Soy chichuda, culona y súper rica, por eso el abuelo come en mi mano, ser chaparra es mi único defecto”. Era un sueño, no aterrizaba, de pronto pensé se cree mercancía, aunque admiré su alta autoestima porque había visto una foto. Inmediatamente vino otra parte: “Cuántas casas tiene su esposo, donde yo le alquilo, donde él vive (porque a esa altura lo había invitado a irse), la de zona 17 y el terreno en el puerto.
La desilusión
No creía lo que pasaba, reaccioné, me reí y dije: “Nada de eso es de él”. Respondió: “¿y de quién?”. Pensó que le estaba mintiendo, luego se dio cuenta que él no tenía NADA a su nombre. Se conformó: “Mire, pero el carro y la ferretería a cambio de estar con ese viejo, no porque no lo quiera”. Yo lo quería y ella lo vio como un vehículo para vivir.
No supe más, hasta después de que nació la niña. Él me empezó a buscar. Si bien jamás vivió con ella, fue su amante y la familia de ella lo aceptaba. Creo que él estuvo ilusionado al principio. Sigue llamándome, no le tengo ningún rencor a ella tampoco; hace poco lo operaron y me llamó para ir a recogerlo al hospital. Hablamos, a veces hasta salimos a comer algo.
Esa mujer nunca consiguió que viviera con ella; tampoco se iba de la casa administrada por él; hasta que un día llegué y les comuniqué a los inquilinos que mi esposo ya no iba a dirigir la propiedad; ninguno me conocía, yo temblaba no sabía lo que podía pasar; ella se hacía pasar por mí, por la esposa; la mamá por la suegra y las hermanas por cuñadas. Algunos me comentaron que se les hacía raro que él no viviera allí y que constantemente les pedía que se fueran a alquilar a otro lado y la supuesta suegra se negaba. Aquel viernes que llegué esa familia apagó la luz del apartamento, se encerró y, el domingo, por fin después de cuatro años salieron del lugar.
Ella vive con dos niños recibe la pensión alimenticia, no trabaja y se dice ama de casa. Él vive solo y todos los días me escribe mensajes: “Arruiné mi vida, no voy a llorar siempre por un error, usted sabe que es el amor de mi vida desde que somos niños”. Ahora tendrá que dar dinero hasta que cumpla los 69. Me siento muy feliz, busqué quien me acompañara en el proceso y me hizo entender que “la soledad no es soledad es libertad”. Me costó años superarlo, fue doloroso, no era mi plan de vida, pensé envejecer con él, pero pude y hoy lo cuento. Hasta a juzgados fui por denuncias falsas que me puso.
Constantemente me pregunto ¿cómo una mujer por dinero busca un embarazo para atrapar a un hombre; y cómo un hombre que lo tiene todo no respeta a su esposa y le provoca tanto dolor?
Los amantes odian a los esposos ¿Por qué? Ellos son cómplices para meterse en una pareja. Esos esposos infieles, sea por aventura, desilusión o porque ya no quieren estar con su pareja, deberían hablar de forma transparente y no TRAICIONAR, el impacto es indescifrable. Algunas veces hablo con personas en papel de amantes, dicen: “Yo no estoy haciendo nada malo, es él quien tiene compromiso yo no”, buscan inescrupulosas excusas. Hay amantes que no saben que su pareja es casada, eso es otro caso. ¿Perdonarías a tu esposo? ¿Seguirías con él? ¿Cómo salir?
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