Mario, como le decían los comensales, atendía con una elocuente sonrisa y visible amabilidad. A menudo ofrecía algún “taco de cortesía” para sus clientes más fieles. De hecho entre sus políticas de servicio incluía un taco extra para los nuevos clientes.
El propietario de “Taquito Pérez”, había hecho crecer su negocio a base de esmero y sacrificio. El camino había sido espinoso. Hace dos años unos conductores arrollaron su carretilla y le lesionaron. Nunca se supo si fue algo adrede o solo se trató de un conductor en estado de ebriedad.
Después de un par de semanas fuera de escena logró reponerse, reparó la carretilla, la que en los últimos meses era solamente decorativa por la apertura del local, y siguió adelante con su emprendimiento. En poco tiempo su negocio se hizo popular al punto que inició con la distribución domiciliar de los tacos y almuerzos.
Todo marchaba bien y el negocio, aunque era sacrificado, lograba la rentabilidad necesaria para pagar las cuentas. Pero todo terminó cuando un grupo de pandilleros lo extorsionaron, lo obligaron a entregar una fuerte suma de dinero y con ello a cerrar el negocio que estaba próximo a cumplir tres años.
“Extrañaré los tacos, eran de los mejores que he probado y sabía que al comprar en ese lugar apoyaba el emprendimiento de alguien trabajador”, lamento Esther una cliente de Mario.
Así lo extorsionaron
Un jueves por la noche cinco “comensales” llegaron al negocio, se sentaron y preguntaron por la variedad de tacos. Pidieron varias porciones y al momento de pagar Mario se llevó una desagradable sorpresa.
Uno de los “nuevos clientes” se levantó la camisa y mostró un arma. Después de robarle toda la venta de la noche y tras la incómoda pregunta de ¿Solo esto tienes? El líder de ese grupo le dio la siguiente instrucción: “una chava va a venir el sábado, no te trates de aprovechar de ella por ser mujer, te va a pedir 10 mil varas y se las tienes que dar o te mueres.
El pandillero, que aseguró pertenecer a la clica Vatos Locos de la Mara 18, detalló uno a uno los movimientos que Mario hacía previo a abrir el negocio: “venís en el carro tal, te estacionas en tal calle, vivís en tal parte, repartís a domicilio a estos lugares, tu novia maneja un vehículo con estas características”…
Mario lo supo: había sido vigilado durante semanas con lo que los pandilleros se garantizaban un golpe seguro. No quiso denunciar “no quería poner en riesgo a terceros”, dijo.
Como el de Mario hay otros 4 mil 211 casos registrados por el delito de extorsión, en la ciudad de Guatemala, durante los primeros seis meses del año, de acuerdo al boletín estadístico de delitos elaborado por el Centro de Investigaciones Económicas Nacionales -CIEN- con información de la Policía Nacional Civil -PNC-.
Según dicho reporte las denuncias de 2018 superan por 58 casos a las reportadas durante el mismo periodo de 2017.
El documento refleja que la tasa inter anual en junio de 2018 es de 48.7 extorsiones por cada 100 mil habitantes, levemente superior a los 46.3 por cada 100 mil habitantes registrada en 2017.
Mario junto la mitad del dinero y espero la desagradable visita de la “chava” al sábado siguiente, le entregó los fondos y cerró el negocio. Esa tarde los extorsionistas mataron un emprendimiento honrado, digno y apreciado por los vecinos de la zona 2, quienes se acostumbran a vivir sin “Taquito Pérez”.