Llegué un sábado al lugar y hora acordada. Yo sabía que pasaría pero fui con la esperanza que esa persona tomaría mi mano y caminaría conmigo aunque ese viaje que habíamos emprendido ya no se trataba de un camino plano… habíamos llegado al principio de una enorme subida.
Desperté con el alma desgarrada. Esta vez no se trataba de un corazón roto, se trataba de un alma perdida y quebrada. El dolor más grande no es haber perdido a la persona a la que le diste tú todo, el dolor más grande fue haberte convencido que esa persona lo merecía todo y terminar dándote cuenta que estabas confundida. El enojo no es con él, es contigo.
Tener que verme al espejo y encarar la realidad es lo más valiente que he hecho en mi vida. Mirar mi reflejo y ver a una mujer que por darlo todo se quedó sin nada, me provocó el llanto más doloroso que jamás había sentido en la vida.
Sin quererlo, sin esperarlo, debía levantarme, sonreír y creer que todo estaría bien, que esta “nueva realidad” era para bien, aunque no pudiera entenderlo en ese momento. Ojalá esta “nueva realidad” se hubiera tratado de un noviazgo más que se acabó, pero no, era un amor en el que aposté todo lo que tenía y perdí.
Horas después de que esa persona soltara mi mano demostrando que ese “amor” había existido solamente en mi imaginación, el dolor desgarró sin piedad todo lo bueno que había en mí, me culpé por haberlo dado todo sin medir, sin pensar si era lo correcto, me culpe sin parar.
Me puse de rodillas e imploré al cielo por fuerzas, a mí no me quedaba nada. Y sin explicación lógica me vi en el espejo y fui capaz de decir en voz alta que todo iba a estar bien y me lo creí. Mi llanto cesó, mi corazón se sintió más liviano y de pronto supe que alejarme de esa persona no había destruido mi vida, la había salvado.
Y aunque desacostumbrarme a las llamadas, a los mensajes, a las citas, ha sido difícil… mi alma se ha transformado en una cajita de maravillosas lecciones aprendidas.
Perder a quien creías que era el amor de tu vida es uno de los dolores más grandes que existe. La impotencia e insuficiencia se apoderan de uno. Pero, ¿saben algo?
Perder a quien creías que era el amor de tu vida
también es una de las lecciones de amor propio
más grandes.
Pensé que odiarlo y maldecirlo me ayudaría a superar el dolor tan profundo que sentía, eso no ayudó. Hoy, lo único que quiero hacer es agradecerle por haberme dado tan poco cuando yo di tanto, porque lo aprendido con él será la bendición más grande que yo podré vivir junto al hombre que Dios ha elegido para mí.
Esto es lo que aprendí:
Amar sin esperar nada a cambio, es la peor estupidez que nos han enseñado.
Amar es un acto de dos, nunca de uno. Amar sin esperar nada a cambio es lo más alejado al verdadero significado del amor. Amar es entender que como me aman debo amar, porque si el amor no es correspondido se vuelve una relación en la cual uno pierde y el otro gana. Amar es entender que “recibir” es la principal motivación para “dar”.
Amar no es darlo todo para hacer feliz AL OTRO, es darlo todo para que tú seas feliz.
Amar dándolo todo no es una decisión que se tome pensando en el otro, es una decisión que se toma pensando en uno mismo. Porque llegar al final del día y saber que lo has dado todo es la satisfacción más grande.
Nadie es el amor de tu vida porque así “lo crees”. El amor de tu vida TE lo demuestra.
No hay que apresurarse a darle el título de “amor de mi vida” a cualquiera. Es que el “amor” se pone a prueba en los momentos más difíciles no en los fáciles. Que esa persona te demuestre que es capaz de protegerte, hacerte sentir segura, amada, valiosa y que te admire aún en los momentos difíciles, es digno de alguien a quien puedas llamar “amor de tu vida”.
El amor siempre son dos partes que forman un todo, pero si las partes dejan de existir, el todo también.
El amor más bello y puro es aquel que se convierte en una sola carne. Pero para llegar a ese tipo de amor no hay instrucciones y muchas veces terminamos sin saber quién “eres tú” porque lo único que reconoces es quiénes “son ustedes”. Si no eres parte, no puedes ser todo. Tus amistades, tus hobbies, tu trabajo, tu tiempo a solas son cosas que siempre debes de mantener. Porque tu pareja no puede ser tu mundo, debe ser únicamente parte de tu mundo.
Si tu pareja tiene problemas personales no te conviene y no te va a poder amar, es la mentira más grande.
Los problemas personales han sido, son y seguirán siendo parte de cualquier persona. La única verdad es que nunca nadie enfrenta sus problemas solo. Amigos, guías espirituales, padres y hermanos, son quienes nos ayudan a enfrentar nuestros problemas. Y a esa lista, ¿por qué no tu pareja? Hay quienes creen que una persona que tiene problemas en su vida es incapaz de tener una relación y yo creo que no es verdad, creo que es una excusa. Si tu relación de amor es sana incluso puede ayudarte a superar esos problemas, es que si no fuera así ¿cómo sobrevivirían los matrimonios?
En fin, el dolor más grande que sufrí hoy, se convierte en una tremenda fortaleza que me permitió forjarme de nuevo como una mujer con el criterio suficiente para no entregarle el corazón a quien no lo merece. Y sobre todo me ha dado los motivos para reunirme con mis amigos y entre copas cantar a todo pulmón Paquita la del Barrio, Marco Antonio Solís, Diego Verdaguer, Chente y todos los grandes del despecho.
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